Pensaba en las imágenes que aquel olor le recordarba, mientras apretaba entre sus piernas la porción de sábana que había caído, instantes atrás, junto a ella al suelo.
Y con el recuerdo caía en la cuenta, como tantas otras veces, de que todo era súmamente insípido, absurdo, detestable, fuera de esa atmósfera efímera que aquel hombre construía para ella.
Recordaba también que, desde el primer momento, supo que lo amaría con furia, de una manera salvaje que nunca antes hubiera imaginado que experimentaría.
Y también sabía que para él, ella era sólo un cuerpo que le proporcionaba placer, era únicamente el objeto de su catársis.
Aún así, vivía sólo para esperar una dosis más de esos momentos que tan profundamente la embriagaban...
Y el resto del tiempo, yacía como ahora... tendida en algún rincón, muerta...
Anónimo
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