jueves, 28 de junio de 2007

Carta para la mujer de mi vida:

Llegaste, gracias por encontrarme. Soy yo, este maletín viejo y calvo, roído por las tormentas, gastado por los excesos. Gracias por mirarme, por elegirme, por maltratarme, por bientratarme. Gracias por quererme y por cuidarme.

Recuerdo un día me dijiste que no sabias quererme, gracias por desaparecerte, por ser indiferente.

Es mi eterno agradecimiento porque no tengo reproches, hiciste de mi un sencillo insensible, un alardeante joven y un proyecto de todo. Me hiciste mi peor enemigo y mi mejor compañero. Me heriste, me curaste y me curtiste. Me hiciste impenetrable y frágil; resisto todo, menos un suspiro de tu aliento mentolado, un respiro bien pausado un gemido de tu cuerpo atemperado.

Me hiciste extrañarte, soñarte, me hiciste perderme en mi vida y en mi yo. Me encegueciste, me adiestraste, me desmoralizaste. Me olvidaste y yo no.

Camino y sigo cada día, sin prisas ni arrebatos, compro vendo y me alquilo barato, soy una suerte de tractorcito que cada día avanza en línea recta hacia la nada, sin rumbo, sin brújula ni cielo, sin montaña ni dirección. Soy aquel ente indescifrable aquel lenguaje inentendible que solo tú comprendes. Soy el indescriptible rezago del amor que no me diste.

Soy tan cuerdo q necesito necesitarte… soy tan loco que de mas he de buscarte. Soy tan afortunado que no hay dudas… existes.





IGNATAS RAGNIFF


No hay comentarios: